Gominolas cambian de tamaño dentro de una jeringa
Hoy en día podemos ver en los quioscos gominolas de todos los colores, tamaños y formas. Con sabor a fresa, limón, manzana, naranja, plátano… Pero debemos recordar que se trata de alimentos procesados y con alto contenido en azúcar, siendo perjudicial para la salud. Por esta razón no debemos abusar de su consumo y siempre que sea posible se podrán sustituir, por ejemplo, por una pieza de fruta, que es mucho más saludable.

El origen de las gominolas se remonta a hace más de 5.000 años, cuando los egipcios usaban pequeños dulces en las ceremonias de adoración a los dioses. Estos dulces se creaban añadiendo miel para dulcificar higos, nueces y dátiles. Esto mismo es lo que hacían los griegos cuando usaban la miel para preparar frutas endulzadas.
Sin embargo, no fue hasta el año 1905 cuando nacieron las gominolas como las conocemos hoy en día. En esa fecha, los grandes productores de dulces decidieron que debían acercar sus productos a todo el mundo, ya que por aquel entonces los dulces estaban únicamente al alcance de personas de alto nivel económico.
Para ello, mezclaron vino fermentado con un líquido espesante, el cual conseguía la textura de las gominolas que conocemos hoy en día. Pero como el vino provocaba un fuerte sabor, pronto comenzaron a realizar experimentos para sustituirlo por otros productos más suaves que dejaran que los sabores artificiales fueran los protagonistas. Así fue como se llegó a utilizar la gelatina, un compuesto que, junto con el azúcar, es la base principal de las gominolas que consumimos en la actualidad.

A pesar de ello, las gominolas pueden ayudarnos mucho a aprender ciencia. En este experimento las utilizaremos para aprender algunos conceptos relacionados con la presión y el volumen, ¡así que intenta no comértelas todas antes de empezar!