5 Curiosidades científicas de los Juegos Olímpicos
Sí. Se han acabado. Toca esperar cuatro años más para volver a disfrutar de unos nuevos Juegos Olímpicos. Durante dos semanas, los amantes del deporte hemos estado pegados a la televisión para ver todo lo que acontecía en Río de Janeiro. Hemos aguantado despiertos hasta altas horas de la madrugada para ver en directo cómo Ruth Beitia daba la primera medalla olímpica para el atletismo femenino español. Hemos alargado la sobremesa para saltar de alegría con el punto de Carolina Marín y conquistar el imperio asiático del bádminton desde Huelva. Hemos cruzado la línea de meta junto a Usain Bolt para entrar en la historia de la velocidad. Nos hemos quedado con la boca abierta viendo a Simone Biles volar mientras hacía piruetas imposibles. Hemos vuelto a ver los brazos de Mo Farah sobre su cabeza para dar forma al corazón del medio fondo. Y hemos tocado la pared de la piscina con Michael Phelps para ver cómo el tiburón de Baltimore daba el relevo de la natación a su compatriota Katie Ledecky. Pero, sobre todo, hemos disfrutado. Mucho.
Y eso que la cosa empezaba movidita. Al retraso de las obras se le unió el sobrecoste de las infraestructuras y las duras críticas a la organización por la contaminación donde se iban a disputar las pruebas de aguas abiertas. Todo ello con la población brasileña en contra de la situación política actual del país y con el virus del Zika sembrando el pánico a tan solo unos meses del inicio de los Juegos, provocando incluso que más de 100 científicos pidieran a la Organización Mundial de la Salud aplazar o desplazar la celebración de los mismos por “emergencia de salud pública de importancia internacional”. Por si aún no había suficiente, a todo esto se le sumaba el escándalo de dopaje en Rusia tan sólo unos días antes de que se encendiera el pebetero de los Juegos Olímpicos. Menudo contexto. Sin embargo, el espíritu olímpico volvió a renacer el pasado 5 de agosto para regalarnos multitud de momentos inolvidables que han puesto en alza una vez más los valores del deporte.
Aprovechando el final de esta cita deportiva, hemos decidido escribir este artículo para hablar sobre varios fenómenos científicos presentes en el deporte y en muchos de los experimentos caseros que puedes recibir cada mes para hacer con los más pequeños con nuestra suscripción solidaria. Éstas son solo algunas de las curiosidades científicas que nos han dejado los Juegos Olímpicos:
1. ¿De qué estaban hechas las medallas de los Juegos Olímpicos de Río 2016?
Durante dos semanas hemos estado viendo a multitud de atletas subiendo al podio para recibir aquello por lo que han estado luchando durante muchos años: una medalla olímpica. Pero, ¿sabías que no es oro todo lo que reluce?
Durante varios meses, un equipo de unas 100 personas estuvieron trabajando en secreto en la Casa de la Moneda de Brasil para producir más de 5.000 medallas. Según confesó el propio Nelson Carneiro Neto, escultor que diseñó a mano el molde para las medallas de Río, “cuando suban los deportistas al podio me voy a sentir como si yo mismo estuviera recibiendo una medalla”. Sin embargo, las preseas que llevaban su sello no eran de oro, plata ni bronce puros. De hecho, esto no se cumple desde los Juegos Olímpicos de Estocolmo en 1912. Y es que en Río, a pesar de que las medallas de oro han sido las más grandes de la historia con 500 gramos y 85 milímetros de diámetro, sólo el 1,2% de su peso era oro de 24 quilates, siendo de plata el 98,8% restante. Eso sí, por primera vez en unos Juegos, el oro no tenía impurezas de mercurio. Las medallas de plata, por su parte, contenían un 92,5% de este elemento químico, pureza mínima exigida por el Comité Olímpico Internacional y que en gran medida fue obtenido de materiales reciclados, como espejos o placas de rayos X. Finalmente, los clasificados en tercera posición han recibido medallas de bronce compuestas por un 5% de zinc y un 95% de cobre, metal que también ha sido reciclado al proceder de equipos electrónicos en desuso.
2. ¿Qué papel juega la ciencia en los bañadores a la hora de batir un récord?
Si ha habido un tema polémico en la historia de la natación de competición, ése fue el de los famosos “bañadores de plástico”. Ante las ocho medallas de oro conquistadas por Michael Phelps en los Juegos Olímpicos de Pekín, todas las miradas empezaron a apuntar a su famoso bañador “Lazer” diseñado por Speedo, en su mayoría compuesto por material textil, pero que contenía un importante porcentaje de plástico, el cual favorecía la flotabilidad.
En 2009, un fabricante italiano dio forma al polémico “Jaked”, bañador con más plástico que el “Lazer” y que propició que se batieran multitud de récords. No había duda de que el poliuretano empleado para su fabricación estaba siendo determinante y había que hacer algo. Tras un largo y confuso debate, la Federación Internacional de Natación (FINA) se reunió ese año en Roma durante la celebración de los Mundiales de Natación –en los que se batieron la friolera de 43 récords- para poner fin a la revolución provocada con estas prendas. De esta forma, los dirigentes internacionales decidieron que a partir del 1 de enero del 2010 todos los bañadores de competición debían estar elaborados únicamente con material textil, además de recortar las medidas y el grosor de las prendas. En los hombres no podrían ir más abajo de las rodillas ni subir por encima de la cintura y en las mujeres estarían abiertos por la espalda y llegaría hasta las rodillas. En ningún caso podrían cubrir los brazos.
Fue así como tras los Campeonatos de Europa de Natación en piscina corta celebrados a finales de 2009 en Estambul, donde cayeron 14 récords del mundo y 13 europeos, volvió el textil a las piscinas. Sin embargo, eso no ha impedido que en estos Juegos Olímpicos no hayamos podido disfrutar de las medallas de Mireia Belmonte ni del espectáculo ofrecido cada vez que saltaban a la piscina Katie Ledecky o el laureado Phelps.
3) ¿Por qué las pértigas son tan flexibles y a la vez tan resistentes?
No hay duda de que la polémica entorno al dopaje en la Federación de Atletismo de Rusia y la decisión de que los atletas de este país no compitieran en Río de Janeiro nos ha dejado sin ver una de las imágenes más habituales en los últimos Juegos Olímpicos. Y es que el ritual al que nos tenía acostumbrado Yelena Isinbáyeva justo antes de cada salto, en el que parecía entablar una íntima conversación con su pértiga, quedará en la mente de todos los amantes del atletismo después de que la rusa comunicara su retirada de la competición durante la celebración de estos Juegos. Pero, ¿a qué le ha estado hablando realmente Isinbáyeva durante todos estos años?
A lo largo de la historia se han utilizado diferentes materiales para fabricar las pértigas, siendo las primeras poco flexibles al estar hechas principalmente de madera de fresno o de castaño. Fue la llegada del bambú la que revolucionó el salto con pértiga al ser éste un material más flexible y poder doblarse. Sin embargo, no fue hasta la década de los 60 cuando irrumpieron la fibra de carbono y de vidrio para abrir una nueva etapa en este deporte. Actualmente, la flexibilidad de la pértiga en la parte central viene determinada por un alto porcentaje en fibra de vidrio, mientras que en ambos extremos es la fibra de carbono la responsable de su resistencia. Estos materiales, junto al gran trabajo de los saltadores, han sido los responsables de que el francés Renaud Lavillenie ostente el récord mundial con 6,16 metros, mientras que Yelena Isinbáyeva haya dejado su marca en 5,06. Sin duda, podemos afirmar que era la mujer que susurraba… a la fibra de carbono.
4) ¿Sería posible arbitrar la esgrima sin hacer uso de la ciencia?
2 horas, 8 minutos y 44 segundos. Ése fue el tiempo que tardó el keniano Eliud Kipchoge en recorrer los 42,195 kilómetros hasta llegar al Sambódromo de Río de Janeiro y alcanzar la gloria olímpica en maratón. Bastante menos tiempo dura un asalto de esgrima -único deporte olímpico de origen español-, donde la atención es máxima durante 9 minutos y cualquier parpadeo puede transformarse en un touché.
Precisamente esa rapidez de los tiradores provoca que el arbitraje de este deporte resulte bastante complejo, pues los árbitros tienen que observar el lugar preciso donde se produce el toque del florete, sable o espada, para indicar si se ha realizado en una zona válida o no. Para facilitar las cosas, en la primera mitad del siglo XX se acudió a la ciencia para resolver este problema y se introdujo el arbitraje eléctrico, el cual requiere un equipo especial. De esta forma, un cable eléctrico une la punta del florete a un aparato de control vigilado por los árbitros. Este cable atraviesa el florete, la manga de la chaqueta y sale por la espalda del tirador hasta un enrollador que permite que el cable se alargue o acorte dependiendo del avance o retroceso del esgrimista en el campo de duelo, cuya superficie es conductora de la electricidad. Para entenderlo fácilmente, supongamos que el conjunto formado por la pista, los tiradores, los floretes y los cables forman un circuito que, en caso de ser cerrado, emite una señal lumínica. Como cada deportista lleva una coraza metálica bajo su chaqueta que cubre el tronco -zona donde el toque es válido-, en el momento en que la punta del florete de un esgrimista toca la coraza del otro se cierra el circuito y la corriente eléctrica provoca el encendido de una lámpara. Ésta es la señal que ahora utilizan los árbitros para determinar cuándo se ha producido un punto y que permitió a José Luis Abajo “Pirri” ver cómo conseguía la primera y única medalla olímpica para la esgrima española en unos Juegos Olímpicos, los de Pekín en 2008.
Ante tanto cableado, cabe destacar en este punto que en 2009 dos estudiantes de ingeniería de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) patentaron un innovador sistema para practicar esgrima sin cables, por lo que en el futuro podríamos ver un nuevo avance histórico en este deporte gracias al ingenio de estos jóvenes.
5) ¿Qué se echan los gimnastas en las manos antes de competir?
Sudor. Mucho sudor cuesta ganar una medalla olímpica y lo hemos podido comprobar una vez más en Río de Janeiro. Desde las inverosímiles piruetas realizadas por la que ya suena como sucesora de Nadia Comaneci, la estadounidense Simone Biles, hasta los 257 kilogramos levantados en total por Lidia Valentín para recibir la primera medalla de la halterofilia española en unos Juegos (aunque está a la espera de recibir la medalla de oro de Londres 2012 tras confirmarse el dopaje de las tres deportistas que levantaron más peso que ella). No hay duda, en unos Juegos se suda y en algunas disciplinas este hecho puede jugar malas pasadas. ¿Cómo se soluciona esto durante la competición?
Uno de los gestos más habituales realizados por gimnastas y levantadores de peso, entre otros deportistas, tiene lugar justo antes de realizar sus ejercicios, cuando se dirigen concentrados a un recipiente lleno de polvo blanco y se lo extienden cuidadosamente por sus manos. A veces incluso también por sus pies, dependiendo de la prueba. Este polvo es carbonato de magnesio (MgCO3), conocido comúnmente como tiza, y se utiliza para mantener seca la piel y evitar que el sudor provoque resbalones y pérdidas de equilibrio durante unos minutos de máxima ansiedad y sudoración. Sin duda, un compuesto simple de aplicar y muy efectivo que permite a los deportistas aumentar su agarre con los objetos y a los espectadores disfrutar de sus ejercicios sin que haya accidentes.
En resumen, la ciencia está presente en el deporte olímpico y en cualquier ámbito de nuestras vidas. Ahora toca esperar cuatro años para poder disfrutar de unos nuevos Juegos Olímpicos. Pero, afortunadamente, no tenemos que esperar nada para seguir disfrutando de los fenómenos científicos cotidianos.